El Quinto Informe del gobernador Miguel Alonso ha desatado en los últimos días los más disímbolos comentarios en el ámbito político, especialmente en lo referente al episodio de entrega del documento en la 61 legislatura, en donde un grupo de diputados de oposición mostraron carteles en contra del Ejecutivo estatal, entre gritos de corrupción y coros que apoyaban al mandatario.
No representa ninguna novedad el acontecimiento. Durante los tres últimos sexenios las fuerzas opositoras al gobernante zacatecano en turno, aprovechan los reflectores y la presencia de los medios de comunicación para asestar un fuerte golpe a su contrincante político, para mostrar el desdibujamiento y la debilidad de la administración que empieza a boquear.
En esta ocasión no fue la excepción. Alonso Reyes entregó al congreso estatal el penúltimo de sus documentos en el que hace un recuento del trabajo e inversiones realizadas en el ejercicio 2014-2015, en medio de la estridencia, la confrontación y los cuestionamientos no solo de legisladores opositores sino también de algunos trabajadores del sector público y de una empresa privada, que se sienten afectados por la protección gubernamental a la parte patronal.
El incidente camaral tiene varias aristas, por un lado se muestra a un Ejecutivo poco proclive al diálogo con sus opositores y por otro lado a un equipo político que no puede controlar a colaboradores del mandatario estatal al calentarse los ánimos frente a la protesta.
No es sencillo mantener la cabeza fría y las vísceras en el hielo cuando un político de alto rango se siente agredido, ofendido y vilipendiado, pero es entonces cuando sus colaboradores deben ejecutar el “escenario de crisis” que contemplaron con anterioridad, para evitar el choque directo y personal con los opositores y desviar la atención de la opinión pública.
Al parecer los ánimos sobrepasaron en el ambiente de tensión que se vivía cuando los legisladores mostraron los carteles, y bastó un manotazo para que los flashes y las cámaras grabaran la revuelta que se armó en el vestíbulo del congreso zacatecano.
Por otro lado también se muestra a un sector del congreso que está dispuesto a radicalizar las acciones, ante la falta de atención del Ejecutivo a las demandas de carácter político que le han planteado, porque al parecer ese es el fondo de la controversia.
Después de una semana de estos acontecimientos los actores en conflicto deberían dar vuelta a la página y tender líneas de diálogo directo y personal, para evitar que la confrontación rebase las barreras de lo local y trascienda a lo regional, lo que podría derivar, si no se atiende por parte de ambos protagonistas, en la profundización de una crisis de carácter institucional.
El gobernador Alonso Reyes deberá estar consciente que a partir del ocho de septiembre del presente año, inició la cuenta regresiva de su administración y que el posicionamiento de su imagen institucional empieza a declinar, lo que lo coloca en una situación de vulnerabilidad ante el prolongamiento de un conflicto.
Sin embargo no faltarán los radicales y los defensores a ultranza que seguramente le aconsejarán no ceder ante las presiones de sus detractores, y menos aún ante lo que consideran una falta de respeto al Ejecutivo.
Lo que se impone en estos momentos es tender líneas de diálogo y comunicación con todos los sectores, con todos aquellos actores que incluso han manifestado un desacuerdo abierto a las formas de conducción política en Zacatecas.
No es el momento más oportuno para el choque y en especial, con un sector de oposición en el congreso estatal que, si bien es cierto también van ya de salida, aún queda la Glosa del Informe y la recepción, análisis y discusión de cuentas públicas y del Presupuesto de Egresos 2016, que se espera, será muy diferente al ejercido en este año.
Pero hay algo más importante que estos planteamientos: que los actores políticos en el gobierno y en la oposición, posean una visión más trascendente del quehacer de la política, para que el estado pueda tener no solo estabilidad para que los proyectos e inversiones tengan éxito.
Asimismo es necesaria la unidad de las distintas fuerzas políticas para que no prevalezca la dispersión de los esfuerzos en el cabildeo de recursos federales para el estado, como hasta el momento ha sido la principal característica.
¿Será conveniente que el gobernador en funciones esté confrontado con el anterior permanentemente, y que todo aquello que huela a “pasado” tenga que ser perseguido y denostado?
La sociedad lo que demanda no son pactos de impunidad sino la aplicación de la Ley de manera justa y la conjunción de esfuerzos y talentos, para que puedan generarse las condiciones de un desarrollo armónico e integral en el estado.
La confrontación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo a nadie conviene si no hay un avance en el desarrollo de Zacatecas, tan rezagado con respecto a las entidades que lo circundan.
Es necesaria una actitud diferente, abierta y sobre todo, con madurez y oficio político.
Al tiempo.