Para Alejandro Nava, donde quiera se encuentre
Alejandro Nava es uno de los artistas plásticos, grabadores y escultores más importantes del arte contemporáneo en Zacatecas, dueño de una creatividad y sensibilidad que la llevó a una treintena de exposiciones, tanto en Zacatecas como en algunos estados del país y en el extranjero.
Aunque potosino de nacimiento, Alejandro Nava fue considerado uno de los artistas contemporáneos más representativos de Zacatecas, y parte de una tradición plástica que caracteriza a nuestro estado en el ámbito nacional.
No fue un artista egoísta sino solidario. A través del Taller Julio Ruelas transmitió sus conocimientos y técnicas a muchos jóvenes zacatecanos que abrevaron de sus enseñanzas y de su disciplina en el arte y oficio de grabador, escultor y pintor.
Expuso en diferentes ciudades del país y en Estados Unidos principalmente a donde llevó el nombre de Zacatecas con éxito y orgullo, pero hace poco más de cinco años le fue diagnosticado un cáncer que no logró interrumpir su trabajo creativo.
Todavía interno en el Hospital Salvador Zubirán de la ciudad de México llevó a cabo una pintura de 1.50 por dos metros en colores de contrastes intensos y sombríos, obra que dejó como recuerdo al centro hospitalario que lo había albergado. El cuadro lo firmó en la víspera de su muerte, ante la presencia del director del nosocomio de especialidades.
Su obra está en algunos museos y en propiedad de algunos particulares y coleccionistas, quienes han justipreciado el valor artístico de unos de los artistas más prolíficos y polifacéticos formados preponderantemente en Zacatecas, Aguascalientes y San Luis Potosí, aunque también realizó una estadía en Cuernavaca en La Tallera, recinto artístico que fundara David Alfaro Siqueiros, uno de los grandes muralistas mexicanos.
“Alejandro Nava es ejemplo de una tradición zacatecana que ha rebasado las fronteras no solo regionales, sino nacionales a través de artistas como Francisco Goitia dentro de la corriente nacionalista o Manuel Felguérez y los hermanos Pedro y Rafael Coronel”, escribió Teresa del Conde en La Jornada el 25 de Febrero de 2014.
En las postrimerías de la pasada administración de la gobernadora perredista Amalia García Medina (2004-2010) se inauguró el 1 de septiembre del 2010 la escultura “Una Ventana al Tiempo” en una glorieta que confluye en la prolongación de la avenida García Salinas y el antiguo Camino de Piedra, aledaño al Cerro de las Bolsas, ocasión en la que el maestro Nava afirmó que la obra fue concebida pensando en que se requiere un mundo mejor para las y los mexicanos, teniendo en cuenta que tenemos un país rico y extremadamente bello. (http://www.direccioneszac.net/2010/09/01/presenta-amalia-garcia-obra-escultorica-de-alejandro-nava-%E2%80%9Cuna-ventana-al-tiempo%E2%80%9D/).
En la actualidad la escultura de Alejandro Nava no solo está en el abandono y carente de mantenimiento sino que se ha sido grafiteada por vándalos que circundan en este lugar, en donde no hay iluminación ni vigilancia.
El colmo fue el jueves pasado cuando los promotores del Festival Internacional de Teatro de Calle colocaron durante la mañana una manta en la mencionada escultura, lo que indignó a un amplio sector de la comunidad artística y de la sociedad zacatecana.
El Teatro de Calle es una actividad anual que inició durante la pasada administración y cuyo organizador y promotor es el Instituto Zacatecano de Cultura. A los responsables de la colocación de las mantas y de la propaganda en general, se les otorga un itinerario y lugares específicos para colocar las lonas y pendones, pero durante la noche, el director de dicho instituto, Gustavo Salinas Iñiguez, envió un comunicado a los medios de comunicación en el que deslindaba a la dependencia a su cargo y a los trabajadores de toda responsabilidad en la acción a la que calificó de deleznable.
El director del Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde” informó que se iniciará una investigación, lo que evidentemente nunca se hará, porque sería escupir para arriba.
El agravio no solo es para la comunidad artística sino para la sociedad zacatecana en general, puesto que las obras de arte en espacios públicos son patrimonio de todos los zacatecanos.
Colocar una lona en la escultura de uno de los artistas representativos del arte zacatecano, es una muestra de la conducción de la cultura en el estado y del trato al trabajo creativo que se ha hecho en administraciones pasadas. Es el revanchismo recurrente e inacabable contra el pasado inmediato para eternizar al presente.
La indignación de la acción “deleznable” como la califica Salinas Iñíguez, no duró más de 24 horas y provocó una escasa participación de la comunidad artística en los medios de comunicación para manifestar el coraje y la reprobación. No pasó a mayores.
Tal parece que los artistas zacatecanos se conforman con el vituperio en el café y en algunos corrillos culturales, pero no pasa de ahí. Están sumidos en la modorra y en la comodidad de su quehacer, inmóviles ante la agresión de uno de sus miembros que abandonó este mundo el pasado 20 de febrero de 2014 en Zacatecas, su tierra adoptiva, y que por tanto no puede defenderse.
El temor la paraliza y maniata.
Mañana, cualquiera de ellos podría ser víctima de una política cultural autoritaria y excluyente.
Al tiempo.