El 2015 está concluyendo y con él los últimos pasos de una administración que empieza a declinar en medio de marchas, protestas, enconos y poca esperanza en un futuro inmediato para Zacatecas.
También agoniza este año con una serie de acontecimientos políticos que evidencian la rebatinga por el poder, las peleas al interior de los partidos políticos, por la supremacía en la postulación de candidatos a puestos de elección popular, principalmente para gobernador.
PAN y PRD ya se pusieron de acuerdo para formar una alianza, pero ahora tendrán el problema para designar a su candidato. Ambos partidos sacrifican historia e ideología por poder, arrojan al olvido convicciones por lograr la gubernatura. Nada importa más que estar en la nómina y tener los privilegios para decidir obras, terrenos, licencias, acuerdos, arreglos y repartir lo que quede en el estado.
Y en el PRI no se ponen de acuerdo tampoco todavía en la candidatura. Nombres van y vienen cotidianamente en los medios de comunicación.
Fotos con el dirigente nacional del tricolor, Manlio Fabio Beltrones y entrevistas periodísticas, engrosan la pasarela pero nadie convence. No por el momento.
Después de militar por casi cinco años durante la presente administración, Pedro de León Mojarro decide renunciar al PRI pero no a la postulación de una eventual candidatura al gobierno zacatecano. ¿Por cuál partido será?
El ex coordinador de delegaciones de la Sedesol (Secretaría de Desarrollo Social) cabildea para que el diputado Rafael Flores Mendoza y el sempiterno líder agrario y urbano, José Narro Céspedes, le cedan sus aspiraciones a la candidatura perredista en Zacatecas.
Mientras, agazapados los “verdes” esperan la coyuntura para la puja por la candidatura al gobierno de Zacatecas. No cederán tan fácilmente el terreno ganado en la cúpula, aunque en este momento las relaciones con el presidente Enrique Peña Nieto no atraviesen por su mejor momento. La moneda está en el aire.
No me gusta ser pesismista aunque en ocasiones lo parezca, sobre todo cuando analizo el estado de cosas en Zacatecas, en donde prevalecen muchos lastres históricos, sociales, culturales, económicos y políticos sobre todo, que no le han permitido avanzar.
Pero es que no se observa a un líder con madurez, con experiencia probada, con relaciones al mejor nivel nacional de la clase política mexicana y sobre todo, con un compromiso leal a Zacatecas y a los zacatecanos.
Muchos ciudadanos, sobre todo los que vivimos en la capital o en la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe, hablamos casi a diario de política. Es natural, puesto que aquí están asentados los poderes del estado y porque también en esta zona se concentra el mayor número de población urbana y las principales instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas.
Es aquí donde se concentra la mayor masa crítica de la población, mejor informada y con un elevado nivel de preparación académica, proporcionalmente hablando.
Pero el referente político no es el único, el económico también preocupa. Es un tema relevante en una entidad sobre todo si tomamos en cuenta que la economía doméstica gira mayoritariamente en torno al ejercicio presupuestal estatal, castigado durante los sexenios priistas y reactivado durante la docena perredista, pero siempre dependiendo del centralismo político.
Este final de año, por ejemplo, ha sido particularmente difícil para la administración estatal, en especial por la escasez de liquidez presupuestal, pues los responsables de las finanzas públicas no pudieron equilibrar los costos de infraestructura con la suficiencia del gasto corriente y los pagos con proveedores, entre los que se incluye a la banca privada.
El gobierno de Miguel Alonso confió en que su mayoría priista en el congreso estatal le permitiría aprobar, sin sobresaltos, el empréstito con el que haría frente a los pagos urgentes y necesarios para garantizar una transición aterciopelada en el 2016.
Pero no fue así. Un bloque opositor parlamentario frenó la aprobación del dictamen aprobado en Comisiones Unidas de Presupuesto y Cuenta Pública de la LXI legislatura zacatecana. La alianza PRI, Panal y Verde fue insuficiente ante el requisito de mayoría calificada.
Lo urgente es tener suficiencia económica para pagar la deuda de corto plazo, pues de incumplir el gobierno de Miguel Alonso Reyes, sería boletinado como irresponsable en sus obligaciones crediticias y el castigo sería la imposición de una tasa de interés alta, lo que encarecería la deuda contraída y golpearía a las finanzas estatales, mermadas por la reducción del Presupuesto 2016.
Lo necesario es tener liquidez para hacer frente a sueldos y prestaciones al magisterio zacatecano. No hay solvencia para cumplir con los compromisos a deudores y municipios que atraviesan por una seria crisis económica, generada en parte, por el crecimiento de la nómina municipal como producto del pago de compromisos electorales.
En este escenario el ajuste estatal es obligatorio para una transición política que será muy complicada, porque la restricción traerá un mayor desgaste social para la administración alonsista, lo cual, será riesgoso en año electoral.
Pero tal parece que nadie, absolutamente nadie, ha reparado en los costos de esta transición política que empieza a confluir en una crisis de carácter político y económico, antídotos de alto riesgo en año político y de salida.
El tema de seguridad es otro ingrediente que también incide en la imagen gubernamental, puesto que el incremento en ejecuciones, contradice el discurso del abatimiento de la inseguridad en la presente administración.
Si no se pone freno a esta crisis que empieza a transformarse de manera generalizada, el gobierno de Miguel Alonso Reyes llegaría muy debilitado al proceso electoral del 2016.
El envío de boletines no son suficientes para frenar el deterioro de la imagen pública y menos aún, para ocultar la realidad circundante.
¿Cuáles serán las medidas que aplicará el gobernador Miguel Alonso para cerrar el año y abrir el próximo?
¿Habrá tiempo?
Al tiempo.