ZACATECAS.- Desde 2012 llegó a México con un solo propósito: encontrar a su único hijo que salió a los 17 años de Honduras con destino a los Estados Unidos, donde soñaba encontrar un mejor lugar para vivir, creyendo, como miles de personas, “que es mejor morir en el camino” que en su propia nación, donde se vive un infierno de inseguridad y violencia.
Es la activista y miembro del Movimiento Migrante Mesoamericano, Ana Enamorado, quien lamentablemente desde su llegada a territorio mexicano ha encontrado amenazas y mentiras de autoridades, pero no a su hijo Oscar, de quien no sabe nada desde hace siete años.
“México es un cementerio de migrantes y también de mexicanos”, asegura Ana Enamorado al narrar, con un nudo en la garganta y entre sollozos, el trágico destino de miles de personas que han iniciado su viaje en La Bestia desde los cuatro principales países expulsores de migrantes en Centroamérica: Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras.
“Muchos de ellos terminan mutilados, otros desaparecidos y la mayoría, muertos”, continúa narrando, y se avoca en explicar el ¿por qué emigran a México si saben lo peligroso que es el país? Ella responde de manera inmediata: “Si México es peligroso, en Centroamérica es peor, México es un cementerio de migrantes, pero en Centroamérica nos tropezamos con los muertos porque los dejan aventados en las calles”, asegura en tono amargo.
Oscar salió de su casa cansado de la inseguridad pues, según narra su madre, la inseguridad que se vive en las calles de Honduras no permite vivir con libertad sino con miedo de ser asesinados, ante la constante amenaza de no poder pagar por tu vida con tremenda pobreza.
“A Oscar teníamos que acompañarlo hasta la puerta de su escuela, regresar por él y encerrarlo en la casa, hasta que un día me dijo: ya no puedo vivir así. En Honduras no se puede disfrutar de la belleza por tanta inseguridad”.
“En Honduras los negocios están protegidos con portones donde solo caben las manos para entregar un producto, y es terrible vivir así, y no crean que son gente que anda en malos pasos, eso no es cierto”, exhibiendo la postura del Presidente Enrique Peña Nieto y de varios gobernadores u otras autoridades que aseguran que el crimen organizado tan solo alcanza a jóvenes delincuentes.
“Están destrozando familias, pero a los gobiernos de Centroamérica no les importa, ellos mismos los han obligado a abandonar su país”.
Ana Enamorado aseguró que según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) existen más de 80 mil denuncias por migrantes desaparecidos en México, mismos que pueden estar en fosas clandestinas, en las cárceles, quizá en hospitales psiquiátricos. Y esto de las pocas familias que se atreven a denunciar la desaparición de su familiar, ya que muchos los dejan en el olvido.
Fueron las mismas autoridades del estado de Guadalajara quienes han mostrado constantes negativas a Ana Enamorado para la búsqueda de su hijo, lugar donde desapareció después de extorsionar a su familia. La activista inició una investigación por su cuenta, sin que fuera aceptada por los encargados de llevar su caso y tan solo ha encontrado amenazas de los funcionarios públicos de quienes escucha que “de valientes está lleno el cementerio”.
Este testimonio fue parte de las Jornadas de Discusión “Las personas migrantes y sujetas a protección internacional ante el Sistema de Justicia Penal” mandatado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y realizada en la Casa de Cultura Jurídica del Estado de Zacatecas.