Los pueblos chontal y huave celebran una centenaria alianza en Oaxaca con una boda en la que el alcalde de San Pedro Huamelula se casa con una princesa de bellos ojos jaspeados, solo que en este caso la novia es un caimán.
La tradición tiene su origen en la llegada de los chontales en tiempos prehispánicos a la región costera de Oaxaca, en la ribera del Pacífico, donde entraron en conflicto con los huaves que poblaban la zona. Ambos pueblos clamaban tener el poder de propiciar lluvias o buenas cosechas.
“En aquel tiempo trataban de medir su poder. Entonces vivían siempre en pugna, constantes guerras, hasta que llegó el momento en que la hija del rey huave y el hijo del rey chontal se enamoran, y pues eso no fue del agrado de estos dos jefes”, narró a Efe Juan Espinosa, regidor de Usos y Costumbres de Huamelula.
Sin embargo, añadió, “pudo más el amor” y se realizó la boda entre los enamorados.
De acuerdo con la tradición, los huaves tenían el poder de convertirse en diversos animales y acordaron que la princesa llegaría a tierras chontales desde el mar a través del río Huamelula y convertida en lagarto, como se conoce en la zona al caimán.
En la actualidad, el presidente municipal de San Pedro Huamelula hace las veces del príncipe chontal y se realiza la escenificación de la boda con un pequeño lagarto hembra vivo que representa a San Mateo del Mar, localidad habitada por los huaves.
El bautizo se llevó a cabo el jueves y este viernes la “niña princesa” o “princesa lagarto” llegó a la ceremonia vestida ya de novia, con un listón apropiadamente blanco atado en torno al morro, para evitar cualquier accidente.