La UAZ entró en un serio momento de introspección en el que deberá tomar las medidas de fondo para reestructurar su situación financiera, para darle no solo viabilidad a sus funciones sustantivas, sino para ser un referente de calidad, sentido ético y compromiso institucional con Zacatecas.
La comunidad universitaria del siglo XXI tiene la oportunidad de transformar, renovar o si se quiere, renacer institucionalmente para poder siendo la institución educativa más importante en el estado de Zacatecas.
Muchos son los prejuicios que la rodean y algunas causales tienen sustento en las conducciones irresponsables de la que ha sido objeto, de los excesos en los que se ha incurrido y en la falta de visión de trascendencia social porque, una visión limitada, egoísta y en ocasiones irresponsable, la han colocado en el ámbito de crisis en la que se encuentra.
Ya no se puede seguir gastando lo que no se tiene, lo que no está autorizado, tampoco se puede seguir levantando la mano para pedir recursos extraordinarios. Se requiere no solo del esfuerzo en disciplina financiera y racionalidad del gasto en la administración central, sino del compromiso de la comunidad universitaria para que esta transformación se consolide.
Pero los esfuerzos de la rectoría y de la comunidad universitaria serán vanos si no encuentra eco en la colaboración y participación de sus organismos gremiales, de los sindicatos universitarios.
No será una tarea fácil pero el proceso de transformación, obligado por la situación económica que prevalece en el país, obliga a realizarlos, a ejecutarlos sin tardanza.
La transparencia evidenciará todos los vicios, deficiencias y excesos que se han generado por años en la institución, pero que ya no tienen cabida.
El compromiso con los jóvenes zacatecanos y la vocación plural y progresista de la institución deberán prevalecer por encima de todo egoísmo.