Código Político
El inicio del cambio
Por Juan Gómez
Son dos los acontecimientos que están marcando el inicio de cambios profundos en la forma de gobernar y de hacer política en nuestro país, dos acontecimientos que han llenado de indignación y de vergüenza y que podrían desencadenar en el mediano plazo, al sistema político mexicano en la era de la alternancia del poder público.
Las ejecuciones por parte de elementos del Ejército mexicano en el municipio de Tlatlaya en el estado de México que trascendió a los medios de comunicación por una sobreviviente, y la desaparición forzada de 43 jóvenes estudiantes de la escuela normal rural Isidro Burgos en Ayotzinapa, comunidad de Iguala, Guerrero, mantienen en vilo a la administración priista del presidente Enrique Peña Nieto a grado tal, que tuvo que ordenar la suspensión del desfile deportivo del 20 de noviembre.
La cancelación del acto cívico con el que se conmemora un aniversario más del inicio de la Revolución Mexicana, el movimiento armado que se supone, cambió las estructuras sociales, derrocó a la dictadura del general Porfirio Díaz y permitió el arribo de un partido que gobernó por más de 70 años en nuestro país, interrupción que generó la alternancia democrática y que hoy está de regreso, tiene un simbolismo contemporáneo.
La suspensión del desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana pudo obedecer, como así se ha argumentado, a una decisión en aras de evitar la confrontación entre granaderos y los grupos radicales que bajo la capucha realizan saqueos, incendios de la puerta Mariana de Palacio Nacional; destrucción de palacios municipales en Guerrero, cierre de carreteras federales, y un largo etcétera, pero también el debilitamiento del Estado mexicano que ha sido incapaz de generar condiciones para evitar la desestabilización y los actos vandálicos.
Muchos temores afloran en ciertas capas de la sociedad mexicana ante la serie de acontecimientos que se han generado de manera escalonada, y que son coincidentes en un escenario de crisis de autoridad en el país. El ejemplo más palpable es, sin duda, la suspensión de labores en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la postración de las autoridades académicas y gubernamentales ante el movimiento estudiantil.
Otra muestra más de la debilidad institucional.
El temor surge y se enraiza porque los ciudadanos no palpan las acciones de un gobierno fuerte y determinado a imponer el orden con autoridad, pero con respeto a los derechos humanos; con firmeza pero sin excesos; con determinación pero con apego a la Ley.
Al contrario, se observan acciones amenazadoras pero titubeantes; se escuchan discursos pero no se ven los hechos, solo resuena la retórica anquilosada que hace alusión a un estado de derecho inexistente.
Esta crisis golpea no solo al aparato burocrático del poder sino a las instituciones del Estado Mexicano que desnudan su debilitamiento y su falta de probidad y eficacia.
En este escenario los partidos políticos también muestran su podredumbre y su fracaso como instrumentos de la democracia en el país.
Ver a Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo que piden la renuncia de Carlos Navarrete Ruiz de la dirigencia nacional perredista, es un acto de cinismo fracasado, sobre todo en un político como Muñoz Ledo de origen priista, fundador de la corriente crítica que impulsó el nacimiento del PRD, pero que después fue postulado como candidato presidencial por el PARM y diputado en la LXI legislatura federal por el Partido del Trabajo.
Estos personajes proponen “impulsar un Congreso Constituyente que formule una nueva Constitución con reformas de fondo y un nuevo pacto social que regresen al país a la vida institucional” (El Universal, 23 de noviembre de 2014).
Pero no creo que sea con propuestas de personajes políticos, de izquierda o derecha, como se convocará a los mexicanos a un nuevo pacto social y a un cambio sustancial en el gobierno, porque los políticos han caído en el descrédito social y son responsables de la situación de crisis que hoy se vive en el país.
¿Cómo creer en un movimiento cuando vemos la incongruencia política de un Muñoz Ledo?
¿Cómo creer en el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, ex gobernador priista y fundador del PRD que el movimiento que impulsa no tiene tinte partidista?
¿Cómo creer en los incongruentes políticos que han hecho de su vida un gran negocio y que con su acción u omisión han contribuido a la corrupción y al debilitamiento del Estado Mexicano?
No. No es posible. Hacerles caso y creer en sus propuestas es darle vuelta a la vuelta para llegar al mismo sitio al país.
Los cambios deben mostrar nuevos liderazgos, nuevos rostros, nuevas propuestas, nuevos pactos sociales que contribuyan primero al saneamiento y después al fortalecimiento de las instituciones y de los órganos de gobierno.
Esos liderazgos están observando los acontecimientos y, cuando la crisis toque fondo, surgirán, como ha sucedido en las etapas de cambio y sacudimiento de las conciencias en nuestro país.
Hoy es el inicio del cambio.
Al tiempo.