Con meses de anticipación el perredismo zacatecano preparó la alianza electoral con Acción Nacional, como una fórmula exitosa que allanara el camino de regreso al gobierno de Zacatecas, pero en unos cuantos días, toda aquella operación se ha ido al traste con el proceso de selección del “candidato de unidad”.
Lo que sucede hoy en Zacatecas es también parte del ADN del perredismo nacional, en donde las llamadas corrientes han atomizado a este partido que ha estado a punto de llegar al poder en México, pero que la alianza de los grupos fácticos se lo han impedido, con la complicidad aliada del PRI y el PAN.
En Zacatecas el PRD ganó la elección de 1998 de la mano del ex priista Ricardo Monreal Ávila, quien al asumir la gubernatura del estado tomó el control inmediato del comité estatal perredista.
De esa manera el Partido de la Revolución Democrática se nutrió de los cuadros que se escindieron con Monreal del priismo local y con algunos seguidores que no habían militado en partido alguno, lo que conformó una expresión disímbola que sólo obedecía al mandatario estatal.
Monreal se encaramó sobre el partido y llamó a otros cuadros priistas para desmantelarlo y poder controlar plenamente la política doméstica zacatecana, a grado tal que después sumó a presidentes municipales panistas para tener influencia en toda la geografía zacatecana.
Algunos de esos cuadros que se formaron al amparo del carisma y el oficio político de Monreal Ávila, son los que están en la disputa por la candidatura de la alianza PRD-PAN por la gubernatura del estado, mezclados con algunas corrientes del Sol Azteca que ven la oportunidad de crecer políticamente y ocupar algún puesto de elección popular o de la dirigencia estatal.
Sin embargo el PRD en Zacatecas no tiene un líder que aglutine a las diferentes expresiones y menos aún, que imponga la disciplina partidaria tan necesaria en los procesos de selección interna, sobre todo cuando los apetitos de poder y la avaricia política desbordan los ánimos, la doctrina y las reglas internas de los partidos.
El liderazgo de Arturo Ortiz Méndez es contrarrestado por la fuerza política que ha construido la fracción parlamentaria perredista en la LXI legislatura con Rafael Flores Mendoza e Iván de Santiago, quienes rebasan a la dirigencia estatal en la correa de mando.
La debilidad en el liderazgo de Ortiz Méndez ha sido uno de los factores que propiciaron la pérdida del control del proceso interno, lo que provocó también la inobservancia de los requisitos de la convocatoria emitida por el comité estatal perredista.
Este sábado cuando se pretendía designar a un candidato de unidad que enfrente a la maquinaria priista que detenta el gobierno del estado y a la estructura estatal que ha formado David Monreal Ávila con casi cinco años de anticipación, el ADN perredista, rijoso y proclive a la confrontación prevaleció en la sesión del consejo electivo perredista.
Tanto Pedro de León Mojarro como Rafael Flores Mendoza se proclamaron por separado triunfadores de la contienda interna, de un proceso atropellado en donde prevaleció la confrontación y la ilegalidad.
La tarde del domingo el Comité Directivo Estatal del PRD envió un boletín de ocho líneas en el que asienta que “lamentablemente, no fue posible construir la candidatura de unidad en el transcurso de la jornada del día 13 de febrero, sin embargo en el marco de la normatividad estatutaria y de la Legislación aplicable en el PRD, continuaremos con los esfuerzos porque nuestro instituto político a la brevedad, pueda presentar a la sociedad Zacatecana el candidato con mayor potencial electoral”.
El suicidio político electoral registrado este fin de semana en el PRD de Zacatecas le impedirá llegar fortalecido a la contienda electoral, lo que provocará escisiones y desprendimientos con aquellos que sientan frustrada su expectativa de triunfo con el candidato de su preferencia.
El PRD zacatecano nunca aprendió la lección. Olvidó fácilmente que la imposición de Antonio Mejía Haro en el proceso interno del 2010, fue el inicio del tortuoso camino a la derrota para entregarle el poder a quien se le había cerrado el camino en la carrera por el gobierno del estado.
Aunque hoy el escenario es diferente la situación es similar y tiene un denominador común: la prevalencia de la división y confrontación perredista. No aprenden.
La alianza PRD-PAN que había generado una gran expectativa por la unión de fuerzas, estructura y financiamiento electoral, se suicidó este fin de semana al prolongar solamente la existencia de un conflicto irreconciliable al interior de las expresiones perredistas, pues la designación que haga la dirigencia nacional se tomará como una imposición o como el rompimiento de los acuerdos tomados por la cúpula.
En este contexto la confrontación perredista favorece al Revolucionario Institucional pero también al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en donde se podría capitalizar la división perredista, lo que cerraría la contienda en dos candidatos: Alejandro Tello Cristerna y David Monreal Ávila.
Al tiempo.