Por Juan Gómez
Los ciudadanos no salieron a votar mayoritariamente en esta elección del Poder Judicial, lo que ha resultado un rotundo fracaso y un golpe para la democracia, que solo satisface el autoritarismo gubernamental y control de los poderes en el país en una sola mano.
El nacimiento de esta elección del Poder Judicial mediante el voto popular tiene su origen en el encono y revanchismo del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no le perdonó a la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, que no se levantara a aplaudirle a su llegada en la ceremonia del 106 aniversario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en el Teatro de la República el 5 de febrero der 2023.
Al siguiente día, en su conferencia mañanera, el presidente López Obrador dijo “me da mucho gusto y orgullo la acción de la Ministra”. Remató su expresión con lo siguiente: eso no se veía antes. Esto significa que se están llevando a cabo cambios en el gobierno. Ya no es el Presidente quién da órdenes a los ministros”.
Y en efecto, los cambios llegaron como un huracán que desbordó una estrategia de insultos, agresiones y descalificaciones desde Palacio Nacional, en contra de los integrantes del Poder Judicial, que desembocó al siguiente año, con la propuesta presidencial de elegir a los ministros, jueces y magistrados.
Ese es el primer distintivo de la reforma al Poder Judicial y el segundo es la forma, el cómo ejecutar una elección, que resultó un desastre y un proceso tortuoso que solo evidencia el desaseo en su conducción.
Esta elección es un fracaso en todos los sentidos, en su concepción, “justificación, diseño y ejecución, cuyo resultado desembocó en un “acordeón” impulsado desde las esferas gubernamentales para “orientar” a los votantes. Ni eso sirvió.
El control de esta parodia política llega al extremo del conteo de los votos, acción en la que los ciudadanos no participan.
Por otro lados los resultados finales y oficiales se darán a conocer hasta el 15 de junio, aunque a las 11 de la noche de este domingo 1 de junio, el Instituto Nacional Electoral dará a conocer datos preliminares.
La participación de los jóvenes es muy marginal y la de las personas de 50 años en adelante, es la mayoritaria, puesto que de acuerdo a datos de El Financiero, el 51% de los votantes que participaron en esta elección están en el rango de esta edad.
Ahora bien, esta es la forma desaseada e impositiva de la reforma judicial, pero lo más preocupante será su aplicación, el perfil de quienes lleguen a impartir justicia, a respetar las leyes y la Constitución, pero sobre todo a proteger los derechos de los ciudadanos.
No tenemos certeza de independencia en la aplicación de la Ley y mucho menos confianza en que se respetarán nuestros derechos, porque el principal impartidor de “justicia” en el país será el Poder Ejecutivo, la presidenta Claudia Sheinbaum, a partir del 01 de septiembre, cuando tomen protesta de los cargos los nuevos y nuevas integrantes del Poder Judicial.
Los mexicanos entramos en una etapa autoritaria que creíamos que ya habíamos enterrado con la alternancia política, pero que lejos estábamos con esos pensamientos y que lejos estamos ahora de los contrapesos y del respeto a la ley.
La noche cayó sobre la democracia mexicana.
Al tiempo.