El presidente Barack Obama, cuya administración deporta en promedio a mil inmigrantes cada día, instó hoy al Congreso de Estados Unidos a promover una reforma migratoria integral este año, a pesar del panorama político poco prometedor para alcanzar tal meta, sobre todo por las muestras recientes de la disfuncionalidad y polarización política en Washington.
Obama declaró ante activistas en la Casa Blanca que una reforma migratoria “es buena para nuestra economía, es buena para la seguridad nacional, es buena para nuestro pueblo y la deberíamos alcanzar este año”. Retó a legisladores a aprobar una reforma e invitó a representantes republicanos a dejar de obstruir esta iniciativa; afirmó que “no hay ninguna razón por la cual no podamos trabajar juntos sobre cosas en las que estamos de acuerdo”.
Promotores de una reforma integral elogiaron su mensaje y reiteraron que tanto la opinión pública como una amplia gama de sectores del país desean que esto se logre ahora. Frank Sharry, director ejecutivo de America’s Voice, uno de los principales grupos en Washington que promueve la reforma, declaró que los republicanos en la cámara baja son el principal obstáculo y reiteró que hoy mismo existen suficientes votos entre demócratas y republicanos para aprobar la reforma si el liderazgo lo permite. Acusó que aunque hablan de la necesidad de abordar el tema “no hemos visto una sola propuesta bipartidista presentada por los republicanos”.
Pero el liderazgo republicano de la cámara baja ha dejado claro desde el verano que se opone, explícita y tajantemente, a una reforma integral como la ya aprobada por el Senado en junio, y prefiere abordar el tema por partes, con diferentes proyectos de ley para asuntos como control fronterizo, programas para legalizar a indocumentados que llegaron cuando eran menores de edad y el gran problema de qué hacer con los 11 millones de indocumentados (donde hay firme oposición a ofrecer una vía a la ciudadanía).
La gran coalición de agrupaciones nacionales de latinos, sindicatos, empresarios, religiosos, de derechos civiles, estudiantes y fundaciones han intensificado su cabildeo en favor de una reforma a nivel local, estatal y nacional, con marchas, visitas a las oficinas de legisladores, campañas de publicidad, vigilias, manifestaciones como la reciente en Washington con la participación de los Tigres del Norte seguida por acciones de desobediencia civil donde se dejaron arrestar unas 200 personas, incluidos varios legisladores federales.
Estos prometen redoblar esfuerzos para impulsar la reforma, afirmando que “sí se puede”, a pesar de la difícil coyuntura política, complicada aún más por la aproximación de elecciones legislativas federales el próximo año (algo que siempre provoca mayor cobardía política entre algunos legisladores ante temas tan controvertidos como la migración).
Pero no hay consenso entre los latinos y las organizaciones de inmigrantes con la postura de sus aliados en Washington de que todo se tiene que aceptar para lograr una reforma migratoria integral.
Por un lado, hay una creciente disidencia sobre la propuesta de reforma aprobada en el Senado. Algunos afirman que es inaceptable el precio de una mayor militarización de la frontera –ese proyecto propone destinar 46 mil millones de dólares para tal fin– a cambio de la legalización que ese proyecto incorpora.
Algunos más señalan que, aunque los republicanos son el principal obstáculo, el máximo líder demócrata tampoco ha sido ejemplar en su defensa de los derechos de los inmigrantes, y recuerdan que Obama está por ganar el premio al presidente que más inmigrantes ha deportado: unos 400 mil por año, en promedio.
Pablo Alvarado, director ejecutivo de la Red Nacional de Organización de Jornaleros (NDLON, por sus siglas en inglés) comentó hoy que “el presidente Obama puede avanzar la reforma migratoria empleando su autoridad legal existente para aliviar el sufrimiento de inmigrantes”, y agregó que Obama debería “mostrar su liderazgo con acciones y no sólo con palabras… debe demostrar que no cederá a los obstruccionistas y revertir sus propias políticas que la han ganado el titulo de ‘deportador en jefe’”.
El movimiento que pide el cese de las deportaciones como un primer paso necesario para promover una reforma, encabezado por NDLON y otras organizaciones inmigrantes y de defensa de derechos civiles, se ha expresado en una serie de acciones directas no violentas para intentar físicamente detener deportaciones en Arizona y California.
La semana pasada, inmigrantes y sus aliados bloquearon un autobús de la migra que transportaba a deportados en San Francisco, parecido a lo que otros habían hecho la semana pasada en Arizona. “Ni uno más” y “Obama, escucha, estamos en la lucha” corearon mientras decenas de inmigrantes –algunos de ellos jóvenes que coreaban “indocumentado y sin miedo”– y religiosos se sentaron adelante y atrás del autobús que iba lleno de inmigrantes para ser deportados, en medio de una calle, mientras sus aliados los apoyaban alrededor de la cuadra, bajo la mira de agentes federales y la policía municipal. La demanda: alto a las deportaciones a nivel nacional.
En tanto, analistas y observadores comentan que, aunque no es imposible, es difícil que prospere una reforma migratoria integral este año, e incluso, el próximo. Hasta el propio presidente se refirió a eso hoy: “Sólo porque algo es inteligente, justo y bueno para la economía y fiscalmente responsable y apoyado por el sector empresarial y laboral y la comunidad evangélica como muchos demócratas y republicanos, eso no implica que se logrará. A fin de cuentas, esto es Washington”.