Los votantes de las zonas controladas por el régimen sirio se preparan para acudir a las urnas el martes para unas elecciones presidenciales que Bashar al Asad está seguro de ganar, tras más de tres años de guerra civil.
Según el ministerio del Interior, 15 millones de sirios de las zonas alejadas de los enfrentamientos entre el ejército y los rebeldes están convocados a votar en un país que languidece.
La prensa dijo que se había puesto en marcha un “plan de seguridad” desde el domingo en todas las ciudades sirias “para proteger” a los votantes y los colegios electorales contra posibles ataques.
“Las fuerzas armadas y de seguridad están en estado de alerta máxima para garantizar la seguridad de los sirios que quieran votar”, dijo el lunes el periódico Al Watan, cercano al régimen.
El diario insiste en que los más de 9.000 colegios electorales instalados “son seguros” y pide a los ciudadanos que no se preocupen.
En Damasco corre el rumor de que los rebeldes, que rodean la capital, cometerán atentados en los colegios electorales, abiertos el martes entre las 07H00 (04H00 GMT) y las 19H00 (16H00GMT).
El partido Baas, en el poder en Siria desde hace medio siglo, los dirigentes religiosos y otros partidos políticos sirios piden el voto para Asad, aunque no hay ninguna duda sobre el resultado de los comicios.
“Mañana los sirios podrán expresarse. Elegirán a un dirigente que devolverá la seguridad y preservará la soberanía”, escribía el periódico oficial As Saura.
“Las elecciones presidenciales son una verdadera ocasión para que los sirios expresen […] su opinión personal con toda transparencia”, dijo el ministro sirio de Información Omran al Zohbi en una entrevista el domingo por la noche en la televisión estatal.
En la carrera electoral se enfrentan tres candidatos, uno de ellos el actual presidente Asad. Teóricamente son las primeras presidenciales desde hace más de cincuenta años en Siria, ya que Asad y su padre Hafer, que dirigió el país con mano de hierro entre 1970 y 2000, fueron nombrados tras sendos referendos.
Las imágenes de Bashar al Asad y de los otros dos candidatos, visibles en todas partes en Damasco, ya se estaban retirando el lunes tras el final de la campaña electoral.
La oposición, que denuncia unas “elecciones sangrientas” en el contexto de un conflicto que ha dejado más de 162.000 muertos según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), pidió que se boicotearan los comicios, organizados según una ley que excluye en la práctica cualquier candidatura de la oposición.
Preguntado por la AFP, un empleado público de Damasco afirmó que tendría que ir a votar. “Estoy obligado porque hay un colegio electoral en el edificio en el que trabajo así que no puedo no ir”, explicó.
Las revueltas pacíficas de marzo de 2011 para pedir reformas políticas se transformó, por la brutal represión, en una insurrección armada antes de convertirse en una compleja guerra civil.
Estas elecciones quieren reforzar la posición de Asad en la guerra frente a la oposición y a una rebelión fragmentada, que también se enfrenta a los yihadistas radicales.
Los países occidentales las han tildado de “farsa” y de ser una “parodia de la democracia”.