Debía ser un gran día para el Banco Central Europeo (BCE), pero se convirtió en una batalla campal. La inauguración de la nueva sede del Eurobanco en Fráncfort, cuyo costo asciende a mil 200 millones de euros, quedó empañada por los disturbios. La policía de la ciudad informó en su Twitter de la detención de 350 personas por alteración del orden público.
Los manifestantes, algunos encapuchados, lanzaron piedras, levantaron barricadas y bloquearon varias calles con contenedores de basura y neumáticos ardiendo en el centro de la capital financiera alemana.
Al menos siete coches de policías ardieron y reportaron docenas de heridos. El presidente del BCE, Mario Draghi, consideró el nuevo edificio un símbolo de “lo mejor que Europa puede lograr junta”.
Al comenzar su discurso, Draghi se refirió a los que se manifiestan en las calles de Fráncfort. “Dicen que Europa está haciendo demasiado poco.
Otros, como los populistas, dicen en cambio que está haciendo demasiado. Pero ninguno de los dos ofrece soluciones a los retos que tenemos hoy”, dijo el jefe del Eurobanco.
Draghi coindice con los manifestantes en que “la solidaridad es un elemento central para la integración europea”, pero pone matices a este discurso.
“La zona euro no es una unión política en la que algunos países tengan que pagar permanentemente por los otros”, añadió en un acto que contó con los gobernadores de los bancos centrales nacionales de la zona del euro. Por tanto, las acusaciones que recibe el BCE son, según Draghi, “injustas”.
Los organizadores de la manifestación, un grupo llamado Blockupy, en referencia al movimiento Occupy Wall Street de 2011, estiman en 10 mil los manifestantes ante la sede del BCE. Blockupy quiere dar voz a los elementos más críticos con instituciones como la troika, el organismo formado por el BCE, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional que supervisa las reformas en los países rescatados de la eurozona.
“Nuestra protesta va contra el BCE como miembro de la troika, que, a pesar de no estar elegida democráticamente, dificulta el trabajo del Gobierno griego.
Queremos que las políticas de austeridad terminen”, explicó a Reuters Ulrich Wilken, uno de los organizadores de la marcha.
“Queremos una protesta pacífica pero ruidosa”, ha señalado.
El edificio, en el que ya trabaja buena parte de la plantilla del BCE desde hace dos meses, ha costado más de mil 200 millones de euros, 350 millones más que la estimación inicial.
Se trata de dos torres gemelas de 182 metros de cemento, vidrio y acero, cuya construcción ha durado 12 años.
La institución ha tenido que mantener el alquiler (de 200 mil euros al mes) en su antigua sede, la Eurotower, para dar cabida al millar de empleados contratados para hacerse cargo de las nuevas tareas de supervisión. La institución ha costeado toda la operación con recursos propios.