Por Jorge Martínez Pérez
Introducción
La pregunta, ¿A qué religión pertenece usted? A primara vista parece ser muy simple y no representar ninguna complicación, pero debemos tener en cuenta varias cosas: en primer lugar, toda pregunta exige una respuesta y detrás de cada pregunta hay alguien que pide ser respondido y alguien que, en teoría, debe responder. Si se trata de un diálogo interpersonal, quizá sea intrascendente la respuesta tanto si la hay como si no, pero si se trata de una pregunta o un conjunto de ellas realizadas desde el poder, el gobierno o el estado, la cosa es muy distinta. En segundo lugar, la pregunta debe ser precisa y bien formulada para que la respuesta sea también clara y específica. En tercer lugar, el que formula la pregunta espera y parte de la presunción de que el interrogado estará en plena disposición y libertad para contestar de manera verídica y sin ambages. Todas estas condiciones deben cumplirse para que una consulta o censo formulado tenga confiabilidad y validez lo cual, sin embargo, no siempre sucede.
Los censos y su importancia
Los censos en la antigüedad
Desde tiempos inmemoriales los gobernantes se han interesado en interrogar al pueblo para, a partir de sus respuestas, dirigir acciones cuyas consecuencias pueden traducirse en resultados positivos, negativos o neutros. La historia ha registrado actividades censales en sociedades tan antiguas, disímbolas y remotas como la babilónica, la egipcia, la china la romana, y algunas sociedades precolombinas. ¿Pero qué se pregunta en un censo? En lo fundamental cinco cosas cuya jerarquía, consideramos, es la siguiente: cuántos somos, quiénes somos, cómo somos, qué hacemos y qué tenemos.
Reconozco que me he adelantado un poquito en el análisis de la naturaleza censal al exponer sus objetivos, pero he pasado por alto su primera característica. Casanova (2018, págs. 698-699) subraya que un censo es, en primer lugar, un instrumento que cuenta, registra y pluraliza, pero no sólo se cuenta a este o aquél, a esto o aquello sino todo el universo en cuestión y se cuantifica en medio de dos extremos: de lo vacío o lo lleno. No se cuentan números sino se cuentan personas, cosas y actividades, relaciones intrínsecas y extrínsecas. Para él, los censos en la antigüedad encajan en un contexto histórico determinado, obedecen a aquél y no se reducen a una visión reduccionista como los censos actuales.
Mientras que el censo en la antigüedad obedece a una visión mítico-religiosa, el censo moderno lo hace a una lógico-racional, los censos antiguos exponen una narrativa histórica, están unidos a ella, por lo que no es posible concebirlos como ejercicios estadísticos singulares ni con objetivos propios e independientes de la acción o el contexto social como lo son los modernos. En el antiguo Egipto, por ejemplo los censos cumplían una función tributaria o económico-jurídica, pues era importante saber quiénes y cuánto deberían contribuir, una sociopolítica y otra identitaria a partir de las cuales el “ciudadano” se concebía como miembro de una sociedad y un sistema jurídico-político (Casanova, 2018, págs. 698-699). En los censos de la antigüedad:
Se narran historias sobre robos, reclutamiento de trabajadores, conquistas y captura de esclavos, delimitación de parcelas para reparto, procesiones del monarca, etc. y en todos se hallan relaciones sociales, comerciales y jurídicas que involucran a los individuos entre sí o con un elemento externo que intervie o los reúne (Casanova, 2018, pág. 699).
De lo anterior se deduce que mientras el censo en la antigüedad es parte de una narrativa social y es motivado por objetivos específicos bien definidos con anterioridad, el censo moderno obedecería a una cuantificación per se, independiente, en gran medida, de un fin específico. Mientras que el censo en épocas pasadas es realizado para tal o cual cosa, con tal o cual propósito, el censo moderno es efectuado por si tal o cual necesidad, por si tal o cual requerimiento, sólo con el objetivo de recabar datos que pudieran ser útiles en el futuro. No dudamos que esto último sea una característica del censo moderno, ya que los gobiernos en su afán totalitario usan el conteo, el registro, la estadística y las cifras para múltiples propósitos de control e implementación de políticas diversas, pero también existen objetivos bien claros y predefinidos a partir de los cuales se efectúan dichos censos y, por ello contienen preguntas específicas al respecto.
Cuando el universo a censar no es muy grande ni lo son el número de preguntas o registros a efectuar, no representa mayor problema la preparación, realización y procesamiento de los resultados. Por ejemplo en la Biblia se narra uno de los censos más antiguos celebrados en la historia de la humanidad, cuando Jehová da a Moisés la siguiente orden:
2 Tomad el censo de toda la congregación de los hijos de Israel por sus familias, por las casas de sus padres, con la cuenta de los nombres, todos los varones por sus cabezas.
3 De veinte años arriba, todos los que pueden salir a la guerra en Israel, los contaréis tú y Aarón por sus ejércitos (Nm. 1: 2,3).
El objetivo evidente era saber solamente la cantidad de hombres mayores de veinte años aptos para conformar el ejército que protegería al pueblo de Israel a través de su azarosa marcha por el desierto hacia nuevas tierras, alejadas de Egipto, del poder y del alcance de los faraones. Las cifras que se manejan en el texto son bastante polémicas, como muchos otros hechos y datos del antiguo testamento –pero ello se debe seguramente al lenguaje alegórico e hiperbólico habitualmente utilizado– pues sólo haciendo una enumeración de las primeras se establece que, de la tribu de Rubén fueron cuarenta y seis mil quinientos, de Simeón, cincuenta y nueve mil trecientos, de Gad, cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta –la suma sólo de estas tres tribus arroja un total de 151,450 hombres– y así como se sigue, cifras similares para cada jefe y tribu, restando otras diez por contabilizar (Nm. 1:21-43).
En la antigua Roma los censos, de frecuencia quinquenal, formaban parte fundamental del estado romano para establecer el cobro de impuestos, tributos, privilegios y obligaciones militares. Cañas Navarro (2009) señala dos etapas sobre los mismos: la fase de inscripción y la fase de elaboración. Pone como ejemplo el edicto del censo realizado por el prefecto de Egipto, Gayo Vibio Máximo:
Proclama de Gayo Vibio Máximo, prefecto de Egipto. Habiendo comenzado el censo casa por casa, es esencial que todas las personas, que por cualquier razón se encuentren ausentes de sus nomos, sean citados para volver a sus propios hogares, a fin de que puedan registrarse y solicitar por ellos mismos las tierras de cultivo a que tienen derecho. Sabiendo, sin embargo, que algunas de las personas del campo son precisas en nuestra ciudad, deseo que todos los que piensen que tienen una razón satisfactoria para permanecer en la ciudad se registren antes….Festo, prefecto de ala, a quien he destinado para este fin, es de quien, aquellos que han jurado que su presencia es necesaria en la ciudad, recibirán los permisos por escrito, de acuerdo con este edicto dado el 30 del presente mes de Epeif…. (Cañas Navarro, 2009, pág. 107).
Los elementos de dicho censo eran: a) que lo mandatara una auroridad, b) determinar una forma de realización; en este caso, los agentes censales acudían casa por casa y los moradores tenían la obligación de estar presentes en el momento requerido, c) los agentes censales eran miembros de la milicia, d) era necesrio haber sido censado para tener el derecho a recibir tierras y e) prevalecía la inexistencia de libertad de residencia, por la que se prohibía a extranjeros ostentarse como residentes (Cañas Navarro, 2009, pág. 108)
No podríamos dejar de lado el famoso y multicitado censo registrado en el nuevo testamento cuando se narra, a propósito del nacimiento de Jesús:
1 Aconteción en aquellos días, que se promulgó un edicto por parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado.
2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria.
3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.
4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David.
5 Para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.
7 Y dio a la luz su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. (Lc. 2: 1-7, 1990)
Cómo vemos, aquí se exponen algunas de las características de los censos romanos arriba citadas, tales como la promulgación del edicto por parte de una autoridad, su forma de realización y que la población debía regresar a su ciudad de origen, como en este caso la Sagrada Familia, para ser censada.
Los censos modernos y el censo 2020 en México
Volviendo al título del artículo, ¿A qué religión pertenece usted? Decimos que el registro de su respuesta en nuestra época no es nada sencillo y la preparación, el acopio, procesamiento y publicación de los datos sobre las preferencias religiosas de millones de mexicanos –se estima que seremos al rededor de 125 en población total– se ha prestado a sospechas, reproches y suspicacias.
Desde el primer censo realizado en1895 en nuestro país, se ha preguntado y registrado la preferencia religiosa de la población, pero entonces no significaba gran problema porque el 99,1% de habitantes era católico, no habiendo tanta cantidad ni variedad de otros credos, grupos, denominaciones y/o sociedades religiosas. Esa cifra no bajó del 90 % en 75 años, ya que todavía en 1980 el porcentaje fue del 92, pero no es sino hasta el censo del ´90 cuando por primera vez dicho porcentaje desciende esa barrera y se ubica en el 89,7. A partir de ahí la caída ha sido continua y para 2010 se ubicó en 82,7%.
Ahora más que nunca cobra relevancia la metodología y preparación para la realización del censo, la aplicación, la instrucción a los encuestadores, el contexto que debe propiciar el relevamiento de la información y la disposición y buena fe de los encuestados para responder de manera libre, sincera, verídica y sin temores, pero algunos de estos elementos parecen no funcionar como debieran.
Para empezar, ya desde el censo del 2000 y 2010 había voces que criticaban la metodología de dichos instrumentos por catalogarlos de “…imprecisos, incompletos, redundantes, contradictorios y complejos. Esto último quedó de manifiesto, sobre todo, cuando la respuesta obtenida fue la de no ser católico y el entrevistador debía elegir, de manera rápida, entre una diversidad de opciones” (Martínez Pérez, 2015).
Por ejemplo, en el Clasificador de Religiones 2000, aparte de explicar la metodología de cuatro dígitos para registrar la respuesta, se aclara, entre otras cosas:
Considerando lo anterior, en el clasificador se incluye con letra más grande el nombre oficial de la asociación religiosa, ejemplo: IGLESIA DE DIOS y con letra más pequeña se mencionan los grupos particulares que se han derivado de esa asociación, por ejemplo, de la iglesia de dios se han derivado: CRISTIANA; CRISTIANA PENTECOSTÉS; EN CRISTO JESÚS; CRISTO VIENE, etc., esto indica que las respuestas pueden ser: “Iglesia de dios”, “Iglesia de dios cristiana”, “Iglesia de dios cristiana pentecostés”, “ Iglesia de dios en cristo Jesús”, “Iglesia de dios cristo viene” o simplemente “Cristo viene”. En los criterios se detallan los tratamientos que deben aplicarse, las palabras claves del grupo religioso y las excepciones que se deben observar. (INEGI, 2000, pág. 2)
¿Le parece sencillo lo anterior? Si usted fuera encuestador que tiene qué entrevistar decenas de hogares por día ¿En dónde registraría un caso especial y específico? ¿Se tomaría el tiempo suficiente para analizarlo o simplemente lo registraría con rapidez y ligereza? Al fin que ¿Quién se daría cuenta?
Los censos y sus resultados tienen su sesgo o margen de error, común a dichos instrumentos, pero tal sesgo debe ser el mínimo aceptable a fin de tener una herramienta apropiada acorde al estudio del campo religioso de cualquier sociedad, pero cuando el margen de error supera este límite, el instrumento pierde validez.
Las deficiencias en los censos pueden obedecer a causas endógenas como: la metodología empleada para la realización de los instrumentos censales, la preparación de los encuestadores y al procesamiento y publicación de los datos. Por ejemplo, no es lo mismo plantear preguntas abiertas o semiabiertas que preguntas cerradas, no es lo mismo establecer una clasificación sucinta de las pertenencias religiosas que una extensa y, evidentemente, también influye la capacidad del encuestador para identificar y plasmar con precisión cada una de las respuestas que recibe de los encuestados.
O a causas exógenas, como al contexto y al momento en el que son aplicados los instrumentos censales en los que, por ejemplo, un clima de conflicto y discriminación religiosa en determinada sociedad o región enturbia y modifica las respuestas de los encuestados. O como en el momento en que redactamos el presente documento, existe un clima de pandemia en el mundo por el COVID-19, por lo que estamos en un tiempo de aislamiento mutuo y se trata de establecer la mayor distancia entre personas o grupos de personas no pertenecientes al núcleo familiar. Por ello, entrevistadores y entrevistados deben interactuar de lejos, a la intemperie –expuestos al aire, sol, calor o frío– pues se recomienda que no se haga la entrevista dentro de los hogares y ello puede redundar en cuestionarios superficiales, en respuestas apresuradas o imprecisas y registros hechos precipitadamente.
A lo anterior debe agregarse la fugacidad del instante, es decir, un censo aplicado a millones de personas está sujeto a múltiples variables y situaciones del instante; desde la buena disposición del encuestado, la franqueza y veracidad en sus respuestas, hasta aquellos reticentes cuyas contestaciones son forzadas, veladas o a medias, que las vuelven parcialmente veraces o parcialmente falsas, como se les quiera ver. El encuestador a su vez, dando por sentado que ha sido instruido lo suficientemente bien para realizar su tarea y que siempre está con el mejor ánimo para cumplir con su labor, debe tener la capacidad y precisión para identificar, entre una multiplicidad de respuestas, la correcta y específica que le ha sido expresada e identificarla en los catálogos de clasificación que le son provistos.
Por último, existen reclamos que acusan al INEGI de no ser un organismo institucional ni autónomo puesto que obedece a claros intereses de la jerarquía política y católica mexicana. Para el investigador en temas religiosos y docente de la ENAH Elio Masferrer, el censo 2020
No refleja nada, es una cosa de locos. Y además está diseñado para que no refleje…
La metodología del Inegi tiene un evidente catolicocentrismo, porque está pensada para entrevistar católicos, pero no para entrevistar a las alternativas religiosas…
Los del Inegi y los de Gobernación no quieren pelearse con la Iglesia católica y se hacen guajes, así de sencillo (…) es un acuerdo en la cúpula, es una simulación. (Chávez Ocampo, 2019)
En contraparte, Edgar Vielma Orozco, director general de Estadística sociodemográfica del Instituto afirma lo contrario: que técnica y metodológicamente el censo está diseñado para reflejar la composición religiosa de México porque se convocó a académicos, investigadores y funcionarios de Gobernacion con ese fin y que la pregunta sobre religión será abierta para que pueda tener mayor precisión y no quede sujeta al criterio del entrevistador, el cual sólo la registra y la institución se encargarán de asignarla en el grupo respectivo. Que los entrevistadores han recibido la capacitanción necesaria sobre cada uno de los reactivos del cuestionario, incluido el de religión. (Chávez Ocampo, 2019)
En fin que, cuando le pregunten: ¿A qué religión pertenece usted? Sabrá que la respuesta está en su boca, pero la preparación técnica y metodológica del censo, la formulación de preguntas, la cumplimentación del cuestionario, el procesamiento de los datos, la publicación de los mismos no es un trabajo tan simple ni sencillo como pudiera parecer a primera vista. Al redactar este artículo sólo tuvimos acceso en la página del INEGI a las clasificaciones del censo del 2000 y del 2010, no así a las del 2020, por ello no sabemos ni conocemos todavía el clasificador de religiones que se ha utilizado para este último ni las facilidades o dificultades que representará para encuestados y encuestadores.
Como investigadores del fenómeno religioso esperamos que el censo 2020 realmente sea un instrumento para conocernos mejor en todos los rubros planteados por él, incluido el confesional, y para implementar políticas tendientes a fortalecer la libertad religiosa en el país, donde cada persona pueda elegir o no elegir, practicar o no practicar libremente el credo o religión de su preferencia.