Imagine lo siguiente. Tiene que inflar un globo con un potente soplo en una fracción de tiempo menor a la que tarda en parpadear. Para ser exactos, una trillonésima de una trillonésima de una trillonésima de segundo. Y, además, el soplo debe ser tan potente que el globo multiplique por 60 su tamaño inicial.
En la Teoría del Big Bang, con la que los físicos han intentado explicar la formación del universo, ese instante en que todo lo que conocemos pasó de ser una sopa de energía y masa ultracondensada y se expandió rápidamente, es conocida como la Etapa Inflacionaria.
Ayer, desde el Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics en Cambridge, Massachusetts, un grupo de físicos anunciaron tener las primeras pistas de ese traumático nacimiento del universo. Un evento que según nuestra noción del tiempo ocurrió hace 13,7 mil millones de años.
“La detección de esta señal es uno de los objetivos más importantes en cosmología actualmente y es el resultado de una enorme cantidad de trabajo llevado a cabo por muchos investigadores”, dijo John Kovac, jefe del equipo BICEP2 (Background Imaging of Cosmic Extragalactic Polarization) que hizo este descubrimiento.
Y su colega Clem Pryke, físico de la Universidad de Minnesota, en un intento por traducir a un lenguaje sencillo la complejidad del descubrimiento, dijo: “Era como encontrar una aguja en un pajar, pero en su lugar hemos hallado una barra de metal”.
La mayoría de físicos y astrónomos que se han pronunciado sobre el tema coinciden en que la detección de las ondas gravitacionales es el hallazgo más importante de las últimas décadas y marca el principio de una nueva era para la astrofísica.
Es lo que piensa Ed Daw, astrónomo de la Universidad de Sheffield, quien explicó al periódico The Guardian que “las ondas gravitacionales emitidas cuando se produjo el Big Bang pueden decirnos cómo fue posible la existencia del universo. Si estos resultados resultan correctos, tendremos una nueva clave del universo más temprano, información que es difícil conseguir de otra fuente”.
Observatorio en el Polo Sur
Dos equipos de investigadores estaban tras esta pista crucial. Mientras los científicos de Harvard y el Smithsonian rastreaban el cielo desde el telescopio BICEP2 en el Polo Sur, un sitio ideal por su baja humedad y la claridad del lugar, sus competidores de la Agencia Espacial Europea lo hacían usando el satélite Planck.
Entre enero de 2010 y diciembre de 2012, luego de apuntar el telescopio a un punto específico del cielo, el primer grupo identificó las señales de las ondas gravitacionales.
Técnicamente, el telescopio fue diseñado para captar la polarización de esas ondas, es decir, la dirección en que oscilan las ondas. Es como tomar una foto no de una persona, sino tan sólo de su sombra.
La sospecha de que por fin tenían lo que buscaban no los hizo apresurarse y prefirieron invertir los tres años siguientes en comprobar una y otra vez los datos para evitar una noticia falsa. “Creo que muchas personas van a darle una mirada muy crítica a esto”, comentó Andrew Pontzen, un cosmólogo de la Universidad Colegio de Londres.
Para los físicos no existen certezas absolutas. Saben que el terreno en el que se mueven es el de la incertidumbre. De acuerdo con el material que publicaron en su web, las observaciones que presentaron ayer tienen una fiabilidad de 5 sigmas, es decir, una fiabilidad estadística suficiente como para reclamar un descubrimiento. La posibilidad de que estén equivocados y todo esto no sea más que una jugada del azar, es una entre 500 millones.
Si lo que captó el BICEP2 es o no el primer eco del universo, es algo que sólo se sabrá con más y más experimentos. Y será necesario contrastar la información con la de la Agencia Espacial Europea y el satélite Planck.
“Esto es un Nobel clarísimo”, comentó al portal esmateria.com Xavier Siemens un experto español en cosmología que trabaja en la Universidad de Milwaukee y colabora con dos grandes detectores de ondas gravitacionales, LIGO y NANOgrav. “Por supuesto, habrá que esperar a tener confirmación de otros experimentos similares, pero si se confirma, es un premio de la Academia seguro para el equipo de detección y también posiblemente para Alan Guth, quien fue el primero en teorizar la inflación”, concluyó Siemens.