Por Laura Gemma Flores García
El vulgo afirma que Roma no se hizo en un día. En efecto, el imperio romano fue objeto de la fuerza, la agudeza y también del poderío, la resistencia y el ímpetu de 3,000 años de historia; por el contrario la existencia de los jardines colgantes de Babilonia, así como la construcción del soberbio Taj Mahal se adjudican legendariamente a la pasión que un personaje poderoso prodigara a su esposa gentil. Aquella –Roma- fue levantada con furia, como el resultado de una expansión bélica sin precedentes; éstos, fueron el tributo a la pasión y el amor vehemente.
Hace unos meses, acudí a un museo que me había resistido a conocer: El Museo de la Memoria y la Tolerancia levantado en la ciudad capital de nuestro país. Ahí reviví mis primeros encuentros con imágenes del holocausto que marcaron mi adolescencia, y cuando terminaba el recorrido venían a mi mente noticias del día a día. ¿Esto era un museo o un reporte televisivo? Armenia, Ruanda, Bosnia, Guatemala, Camboya.
Cuando concebimos el proyecto de este doctorado ya había mucha historia detrás: órdenes religiosas en las comunidades eclesiales de base, despachos de abogados, organizaciones, fundaciones, asociaciones y un organismo que había declarado la prevención de conflictos y la consolidación de la paz: me refiero a la UNESCO, que tras los horrores de la guerra decidió poner cartas en el asunto.
Todos estos esfuerzos no han sido suficientes. La descapitalización y la precarización de nuestra economía nos han llevado a una ola de descomposición social que día a día nos invade en todos los escenarios.
La Universidad Autónoma de Zacatecas ha decidido a través de este doctorado en HUMANIDADES con especialidad en Patrimonio y Cultura para la paz, visibilizar el entorno que nos atañe día a día. Pero no solo visibilizar: ha decidido intervenir desde la academia, desde los estudios de doctorado, con el fin de construir espacios de coincidencia entre la academia, las autoridades responsables y aquellos que se dedican a la custodia de los bienes materiales e inmateriales de nuestra cultura.
No se concibe el patrimonio sin la cultura de paz. En el reconocimiento de mí mismo reconozco al otro, defino mis identidades y opto por respetar las ajenas y valorar lo propio. Solo si estoy en condiciones de respetar la naturaleza de quienes me rodean puedo definir mis prioridades, colocarme en el entorno y el rol que me toca desempeñar y actuar en consecuencia.
Este programa busca – mediante el pensamiento crítico, analítico y propositivo – preparar especialistas en presupuestos epistemológicos de los estudios de la paz a fin de que obtengan herramientas para la revisión de teorías, instituciones y estructuras que posibiliten la cimentación de sociedades proclives a la convivencia pacífica y resolución de problemas que coadyuven al cambio social en la búsqueda de sociedades más justas y equitativas.
A través de esta propuesta se perfila a diez años como líder a nivel regional y nacional ofreciendo una educación con pertinencia social en el rubro de la convivencia social, el desarrollo humano y el manejo del conflicto a través de la revisión del patrimonio tangible e intangible, fomentando la formación-investigación-innovación-intervención para reconfiguración del tejido social.
Nuestro objetivo es formar especialistas de alto nivel, comprometidos con el medio, responsables y conscientes, capaces de incidir en su entorno próximo e inmediato a fin de generar recursos para la transformación y la reconstrucción del tejido social desde sus diversas variantes (cultura popular y marginal, multiculturalidad, patrimonio e identidad). Su propósito se orienta al ejercicio académico profesional con competencia internacional que resuelva los problemas de su entorno desde una perspectiva de paz.
El programa maneja tres líneas de investigación, a saber:
PATRIMONIO E IDENTIDAD: Cuando se habla de Patrimonio Cultural se debe entender como el riquísimo acervo que hemos heredado los mexicanos de hoy, el cual es producto del devenir histórico de los pueblos que, en distintas épocas y de manera sucesiva se han asentado y desarrollado en nuestro territorio, entendiendo como cultura el conjunto de formas fenoménicas singulares que presenta un grupo social, pueblo o nación en un tiempo y espacio determinado, formas y rasgos singulares, tanto materiales como espirituales, que se estructuran y definen frente a los problemas propios de su existencia y desarrollo.
El Patrimonio Cultural de un grupo social, pueblo o nación puede ser tangible o intangible, material o espiritual. Los distintos patrimonios son diferentes porque los entornos naturales son distintos, con ello se comprueba que no existen pueblos incultos o sin cultura; todo grupo social, pueblo o nación posee, produce y reproduce cultura, por lo tanto, no existen pueblos sin historia, todos han construido su propia historia.
La historia es el resultado del quehacer de un pueblo que se enfrenta en el tiempo a los más diversos retos para su existencia, permanencia y reproducción. Esa historia genera una cultura o diversas culturas en un tiempo y espacio determinado, esa historia y esa cultura genera una identidad, algo que une, cohesiona, diferencia y distingue a quienes la comparten. La identidad o las identidades (individual, genética, particular, subjetiva, pluri concéntrica, compleja) permiten el auto reconocimiento y la capacidad de distinguirse unos de otros, por lo cual tiene un carácter intersubjetivo y relacional.
Esto puede afectar – por tanto – la capacidad de reconocer al otro como parte de su propio grupo, por lo que puede causar conflicto e incomodidad. En la medida en que el individuo distinga que existen varias y distintas identidades y logre convivir con las otras identidades, podrá ser más viable convivir en aceptación mutua reduciendo el estrés del encuentro y generando formas de convivencia pacífica.
CULTURA DE PAZ: Si bien la historia de la humanidad ha sido construida a base de una dialéctica de grupos étnicos, naciones, países, polos de desarrollo y guerras intestinas que han configurado la cartografía actual; el contexto contemporáneo exige el análisis y la capacidad de resolución de los conflictos y los desacuerdos mediante arreglos y soluciones que permitan el desarrollo de los actores involucrados sin menoscabo de su integridad física, psicológica y emocional. Las migraciones, el desarrollo de los pueblos, la explotación de unas naciones por otras y los intereses individuales y de naciones han generado el holocausto y los horrores de las invasiones, el terrorismo y el abuso de poder.
Es por ello que en el marco de las políticas públicas y la educación es urgente crear programas y soluciones que abonen en el campo de la resolución pacífica de los problemas, pugnando por el desarrollo humano reconociendo tipos de soluciones para erradicar la inseguridad, las violencias, la corrupción, la exclusión, las injusticias, los abusos de autoridad, el estrés, la pobreza, el desplazamiento y la destrucción del medio ambiente entre otras muchas realidades.
El tratamiento del conflicto a través del estudio del patrimonio tangible e intangible, el desarrollo humano, el arte, la ética, la filosofía, la psicología y las humanidades en sí, es urgente para el logro de la paz. Esto implica el estudio y análisis profundo de la cultura y la estructura social para llegar a dónde se origina el conflicto y buscar, desde el derecho, la economía, la historia y en sí de las áreas multidisciplinares la mejor forma de tratarla y prevenirla.
“Es por ello que el paradigma pretende no sólo el estudio del fenómeno sino también incidir significativamente en esas realidades, de tal manera que se produzcan tránsitos de una cultura de violencia a una cultura de paz, lo cual exige un proceso educativo en todos los niveles de la sociedad, desde la primaria hasta los niveles de posgrado”.
MULTICULTURALIDAD Y DESARROLLO HUMANO: Una de las condiciones en la formación de la humanidad ha sido desde siempre el fenómeno de la migración. Este hecho ha permitido el intercambio de culturas, valores e identidades que de ser “genuinas” pasan a ser extrapolaciones y crean convivencias de multi culturas que a su vez generan una nueva cultura en sí. Una de las necesidades que caracteriza a nuestra sociedad es la condición indispensable para conseguir la convivencia pacífica y el entendimiento mutuo, coadyuvando a la convivencia de referentes culturales que permitan el desarrollo de los hombres y las mujeres; todo dentro de un marco de respeto, legalidad y defensa del desarrollo humano.
Éste, entendido como la cuestión social en la que el hombre participa de valores éticos, morales y emancipatorios, son susceptibles de respeto “desde el otro”. Este es uno de los paradigmas en el que debe enfocarse la multiculturalidad, garantizado el desarrollo de todas las personas para realizar a plenitud sus capacidades vitales destacando los principios abstractos y universales con que ha nacido y a los cuales tiene derecho.
Esperamos que mientras avanza el trabajo colegiado de este proyecto, podamos ir materializando entregables a la sociedad que lo demanda y que espera con ansias un cambio en el entorno inmediato y en el México que legará a sus futuras generaciones.